Del
maestro depende que el conocimiento no sólo sea recibido por el
alumno, sino que se procese, se comprenda, se consolide en la memoria
y detone ideas que le permitan al aprendiz hacer algo con ese
conocimiento para beneficio personal, de su grupo y de su ciudad o
país.
Un
gran maestro es alguien que te enseña una materia, pero al mismo
tiempo te enseña algo para tu vida; es alguien que hace de sus
clases momentos memorables; es alguien que no sólo te trasmite
conocimiento sino que te enseña a hacer algo valioso con ese
conocimiento; es alguien que siembra con habilidad en tu mente los
aprendizajes que te ayudarán a ser mejor como persona; alguien que
se mantiene presente en tu mente inconsciente de por vida.
El
rol de un maestro puede llegar a ser tan decisivo en la vida de un
ser humano como lo es el rol de un papá o de una mamá, en especial
cuando somos niños y adolescentes. Para la mente del estudiante el
maestro no es sólo una persona que le trasmite conocimiento, sino
que es una figura de autoridad a la cual no sólo escucha, sino que
le cree. Una afirmación dicha por el maestro tiene el potencial de
convertirse en una VERDAD en la mente del estudiante, una verdad que
aun cuando el cerebro racional trate de no considerar, el cerebro
inconsciente sí lo hará y de por vida.
Con
su trato y actitud los maestros tienen el poder de alterar para
siempre la personalidad y los hábitos de un estudiante, pero al
mismo tiempo, de sembrar conocimientos ejecutables que le ayuden a
transformar su entorno. Es por esto que el maestro tiene un poder
doble, pues incide tanto sobre la persona como sobre el conocimiento
que esta persona adquirirá.
Los
maestros educan para el presente y para el futuro, hoy es fundamental
que los maestros estén plenamente actualizados, ya que están
ayudando a sus alumnos a forjar “una armadura y una espada” para
las condiciones actuales en las que les ha tocado sobrevivir y para
las que vendrán. La actualización a la que me refiero no implica
sólo saber de tecnología y ciencia compleja: implica conocer
también las tradiciones y las bases del conocimiento, y saber
generar una síntesis aplicable entre ambas.
Es
claro el tremendo impacto de los maestros en la vida de los
estudiantes, donde sólo la influencia del hogar (padres y hermanos)
resulta ser mayor en la vida de un estudiante.
La
mente inconsciente del ser humano juega un rol mucho más importante
que el consciente, no sólo en los procesos educativos, sino en la
vida misma. El ser humano lleva a cabo procesos mentales conscientes
e inconscientes todo el tiempo: cuando alguien nos pregunta por la
descripción de una persona o nos pide que hagamos alguna operación
matemática compleja, estamos siendo conscientes de las palabras
utilizadas y la información analizada; sin embargo, cuando
respiramos, cuando sentimos hambre, incluso cuando experimentamos
envidia, celos o ira, son los procesos inconscientes los que están
trabajando.
Los
procesos inconscientes operan más allá de nuestra razón. Todo el
tiempo estamos procesando miles de datos sin darnos cuenta: mientras
vamos manejando, por ejemplo, nuestros sentidos van captando
información visual, auditiva, sensorial y olfativa de todo lo que
nos rodea, y esta información se integra a nuestras conexiones
sinápticas neuronales y vivirá ahí de por vida. El ser humano ha
recogido información de manera inconsciente desde el vientre
materno: los sonidos del corazón de la madre y de su propio corazón
haciendo música en armonía, los sonidos del exterior, las emociones
de la madre, los cambios de luz en el exterior y miles de estímulos
más.
Desde
nuestra niñez somos unas esponjas que vamos recogiendo sin filtros
toda clase de estímulos e integrándolos a nuestra memoria a largo
plazo. Y como al principio no somos tan conscientes como para saber
qué es bueno y qué no es tan bueno, simplemente lo aceptamos todo.
Por ello, alguna actitud o frase de nuestros padres o maestros que
representan la autoridad, por quienes queremos ser aceptados y
reconocidos– llega a vivir de por vida en nuestra mente
inconsciente.
Ahí
estriba la gran responsabilidad que los padres y educadores tienen
para con sus aprendices. El inconsciente opera todo el tiempo.
Nuestra
consciencia es la capacidad de auto percibirnos, de reconocernos, de
analizarnos, de procesar racionalmente información del exterior. Por
lo tanto, cuando prima lo inconsciente entonces no percibes,
reconoces ni analizas una acción antes de que suceda o mientras
sucede. Por el simple hecho de ser un ser humano posees capacidades
conscientes e inconscientes.
Los
hábitos son acciones cotidianas que repetimos. La mayoría de
nuestros hábitos son detonados por motivadores inconscientes, y en
tales casos existen dos posibilidades: o no estás consciente
mientras suceden estas acciones, o estás consciente de que suceden
pero no de lo que las motiva. Déjame ponerte un ejemplo de cada
caso.
Muchas
personas muestran todo el tiempo una cara de gruñones, fruncen el
ceño, fijan su mirada agresivamente y tensan sus músculos faciales,
pero no son conscientes de su postura o gestos, ni mucho menos de lo
que ha ocasionado este hábito en ellos
Ayudarle
al aprendiz a dejar de ser víctima de sus condiciones, es
fundamental, pues le permite lograr su desarrollo pleno y su
interdependencia, liberándose de toda forma de codependencia.
Nuestros
hábitos se gestan en la niñez y en la adolescencia y, a menos que
haya un trabajo consciente y profundo en la adultez, los hábitos
acompañan a la persona a lo largo de toda su vida y la llevan a
actuar en automático. Se llega a afirmar que el 80% de todas las
acciones que llevamos a cabo en un día cotidiano son motivadas por
constructos inconscientes, y no son racionalizadas. Hoy te lavas los
dientes de una manera inconsciente, tal vez como te enseñaron cuando
eras niño y así te habituaste. Hoy te bañas en automático, sin
ser consciente de que luego de lavarte los pies te lavas las
rodillas, luego los muslos, y así sucesivamente.
Los
maestros, así como los padres (y tristemente la televisión misma)
son claves en la formación de los hábitos, algunos constructivos y
otros destructivos, hábitos que vamos cargando a lo largo de toda
nuestra vida.
Es
importante evaluar tu tarea y tomar la iniciativa de actualizarse en
cuanto a conocimientos y técnicas de enseñanza, pues los
estudiantes mismos lo están demandando. Redoblando esfuerzos, para
que gracias a su labor, actitud y trasmisión de conocimientos,
logren convencer a los niños para que luchen por superarse. La
amenaza de que un niño se desilusione en Primaria parece ser grande
y son los maestros las piedras angulares para que esto no ocurra.
Si
a la poca motivación que un niño o niña recibe en grados de
Primaria para continuar con sus estudios le sumamos las condiciones
económicas de las familias de los estudiantes en niveles de Primaria
y Secundaria, tenemos como resultado que muchos niños y adolescentes
no quieran seguir estudiando.
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