Hoy
los adolescentes y jóvenes están ejerciendo una influencia muy
fuerte a través de las redes y las tecnologías, y no están
esperando al futuro para participar. Así, la influencia de los
estudiantes hoy no se hace esperar en el mundo, sino que es ya una
realidad. Más que ser el futuro del mundo, los adolescentes y
jóvenes son ya el presente.
Los
niños de hoy se desarrollan y comienzan a tomar sus propias
decisiones a más corta edad que antes. En el pasado los padres les
definían su ropa, sus alimentos, escuelas, deportes, clases
culturales y hasta carrera universitaria. En cambio hoy ellos ya
tienen voz y voto y suelen tomar decisiones por sí mismos. Los
padres, muchos de los cuales ya no pasan suficiente tiempo en casa
cerca de los hijos, son más permisivos con ellos (para bien o para
mal), no sólo porque ya no brindan la suficiente supervisión sino
por la culpa que sienten al no estar con ellos el tiempo de calidad
que quisieran (y que deberían). En vista de que las relaciones
familiares hoy se definen en gran parte por las dinámicas económicas
o laborales de los padres, y por las influencias de las redes en los
hijos, una gran pregunta que todo padre se tiene que hacer es:
“¿Quién está educando en valores y virtudes a mis hijos?”.
Porque
no es responsabilidad de la escuela o de los medios de comunicación
educar en virtudes y valores a nuestros hijos, ya que esta
responsabilidad recae directamente sobre los padres.
Muchos
líderes de hoy celebran la conquista del espacio pero se olvidan de
impulsar la protección de nuestra Naturaleza y Medio Ambiente. Los
sistemas educativos se enfocan más en educar en temas técnicos y
profesionales y se han olvidado de enseñar virtudes y valores
aplicados a la vida cotidiana.
Es
hora de recuperar, desde la educación en las casas hasta en las
escuelas, los valores y virtudes que enaltezcan al ser humano como
ente espiritual. Y no me refiero a forzar las religiones en los
sistemas educativos, sino a retomar la espiritualidad y la moral
desde su aspecto más amplio.
Muchos
padres han entregado la vital responsabilidad de la educación de sus
hijos a las escuelas y a los maestros, cuando ellos como padres son
los principales educadores de sus infantes. Los padres se quejan de
las huelgas y paros que realizan los maestros, sin comprender que con
su pasividad frente al destino de sus hijos ellos mismos han estado
en “huelga” desde hace muchos años. Yo creo que los padres y las
madres deberían asumir nuevamente el rol de ser los educadores
principales y apoyarse en los maestros sólo en ciertas materias y
temas técnicos. Como padres no se vale quejarse de la educación de
sus hijos si no participan lo suficiente y sólo se preocupan por la
generación económica.
La
educación tiene que evolucionar, pero logrando una armonía entre el
gran conocimiento que aportan las tradiciones de las civilizaciones
del pasado y los grandes avances de la ciencia y la tecnología. Uno
de los grandes objetivos de la educación es expandir la conciencia
del estudiante y para ello se requiere una combinación de lo mejor
del pasado con lo mejor del futuro. No podemos pensar que los
valores, las tradiciones ancestrales y la espiritualidad son cosa del
pasado, pues ese conocimiento sigue vigente en el presente y es aún
más necesario que antes. Debemos ofrecer la mayor cantidad de
información posible a las nuevas generaciones y confiar en que ellos
serán capaces de decidir en conciencia qué camino tomar, con qué
información quedarse y cuál desechar.
Enseñar
y compartir conocimiento es una de las más nobles actividades que un
ser humano puede desarrollar. No sólo es vital para la humanidad que
los conocimientos se trasmitan a las generaciones presentes y futuras
sino que es vital que cada individuo reciba todo aquello que necesita
para su desarrollo profesional, emocional, mental y espiritual,
pudiendo así aplicar su sabiduría para el bienestar de su entorno.
En
este proceso educativo, limitarse simplemente a trasmitir
conocimientos, por valiosos que sean, no agrega gran valor. Lo que
realmente ayuda a cimentar el conocimiento en la mente de los
estudiantes es que puedan poner en práctica la información recibida
para cambiar positivamente algo existente, ya sea la realidad actual
que viven o la que se presenta a su alrededor. La sabiduría es el
resultado de la puesta en práctica del conocimiento.
Por
ello, un gran maestro no es sólo el que entrega conocimiento a
diestra y siniestra para cumplir con las asignaturas, sino el que
guía al aprendiz para que pueda aplicar sus conocimientos y obtener
resultados palpables.
De
nada sirve que un maestro escolar sólo le enseñe a sumar y restar
al niño o niña. Lo más importante es que le enseñe a aplicar los
temas en territorios cotidianos de su vida y a resolver problemas o
situaciones que se le presentan. De nada sirve que un guía en
procesos de transformación enseñe a sus aprendices que el
inconsciente juega un gran rol en su vida emocional, pues lo esencial
es que les ayude a entrar en su inconsciente, encontrar los momentos
que les provocaron las emociones negativas que hoy viven y
reprograman sus recuerdos desde el amor y la GRATITUD.
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