Las
innovaciones necesarias en el camino hacia la escuela del siglo XXI.
Los
modelos educativos dan cada vez más peso a los niños.
No
se podría concebir la democracia moderna sin la escuela. Primero
porque fue un poderosísimo instrumento para formar una comunidad de
valores en torno a una idea de nación, algo necesario para todos los
países del mundo. Y segundo, porque al educar a la mayoría de la
población como nunca antes había ocurrido, permitió el desarrollo
de una ciudadanía despierta, lo que mejoró la calidad de la
democracia.
"La
escuela pública ha producido una de las transformaciones más
significativas de la humanidad.
Hace un siglo y medio menos de la quinta parte de la población del
mundo culminaba una educación básica, y hoy más del 80% lo hace.
Esto es extraordinario. Haber logrado construir para los 7 mil
millones de habitantes del planeta una experiencia común en estas
instituciones es algo sin precedente y constituye la revolución
silenciosa más significativa que se ha alcanzado", dijo
Fernando M. Reimers, director de la Iniciativa Global de Innovación
en Educación de la Universidad de Harvard.
Sin
embargo, este modelo educativo que fue tan exitoso durante tanto
tiempo está teniendo cada vez más problemas para cumplir sus
objetivos. En un mundo que se encuentra en cambio constante, donde
las naciones se desdibujan y las fuentes de conocimiento se
multiplican año a año, los niños tienen dificultades crecientes
para adaptarse a una institución rígida y vertical.
"El
sistema educativo en la mayor parte del planeta refleja la lógica y
las necesidades del mundo industrial, que era racional, organizado y
predecible.
La organización escolar en casi todos lados se basa en una currícula
con materias específicas y clases de 50 minutos en las que entre 25
y 35 niños de la misma edad estudian siguiendo las órdenes de un
profesor. Hoy
vivimos en un mundo diferente, que se caracteriza por las rápidas
transformaciones que afectan la vida de las personas.
El éxito y la felicidad de un joven depende mucho más que antes de
su habilidad para encontrar su pasión e influir en la vida de
otros", explicó a Infobae
el educador finlandés Pasi Sahlberg, consultor educativo en
diferentes instituciones alrededor del planeta.
En
este contexto de transición de un modelo de sociedad a otro, en
muchos países se
están gestando profundos cambios en la manera de entender la
educación. Estos son tres de los más disruptivos,
porque encierran una nueva concepción de lo que hay que hacer para
formar a las próximas generaciones.
Una
de las claves del éxito de Singapur es la formación humana (Getty)
1.
De un sistema rígido a uno flexible : El
sistema educativo tradicional era totalmente rígido. Trataba
a todos los alumnos como si fueran iguales y pretendía que todos
completaran sus estudios con los mismos conocimientos.
Expresamente
buscaba homogeneizar.
Esto es muy problemático en una sociedad que busca potenciar las
individualidades y le exige a cada uno decidir qué hacer con su
vida.
"Deberíamos
tener mucha mayor flexibilidad al nivel de las escuelas y de los
maestros para adaptar la enseñanza y el aprendizaje a la situación
de los estudiantes, a lo que necesitan para encontrar su pasión",
dijo Sahlberg.
Alec
Patton, doctor en filosofía por la Universidad de Sheffield, Reino
Unido, especialista en educación y profesor de escuela media en
Estados Unidos, le preguntó a sus alumnos de la High Tech High Chula
Vista de San Diego qué necesitaban los estudiantes del siglo XXI.
"Dijeron que tenían que poder moverse más en clase, en vez de
esta todo el tiempo sentados, y que
el éxito no sea determinado por exámenes estandarizados, sino a
través de medios como las presentaciones de aprendizaje.
También hablaron de la importancia de la enseñanza basada en
proyectos, que consiste en aprender sobre contenidos específicos con
mucha profundidad, en lugar de cubrir muchos temas diferentes más
superficialmente", contó Patton en diálogo con Infobae.
Sal
Khan en su escuela laboratorio
Otro
rasgo de esa rigidez tenía que ver con enseñar materias a veces muy
complejas como un paquete cerrado que no se puede discutir, casi como
verdades reveladas. Eso entra en flagrante contradicción con el
inevitable relativismo que impone la sociedad de la información,
donde de cada fenómeno se pueden hallar innumerables
interpretaciones diferentes.
"Las
escuelas deben enseñar a los estudiantes cómo pensar críticamente,
y eso sólo se consigue con una cultura que aliente a los niños a
cuestionar la autoridad", dijo
Patton.
Ya
hay instituciones que funcionan con esta lógica desestructurada, que
se adapta a los requerimientos de los niños. La
Escuela Laboratorio Khan, fundada por el educador Sal Khan en
California, es un buen ejemplo.
No hay cursos separados por años, ni un profesor que se para frente
a una clase de alumnos sentados. Son éstos los que deciden —con
ciertos límites, claro— qué y cómo quieren aprender, y los
docentes están para guiarlos en su proceso de formación.
Cada
vez es más importante incorporar distintos tipos de competencias y
saberes
2.
El aprendizaje de competencias humanas, no sólo de saberes
"La
educación debería estar más balanceada para hacer foco en la
totalidad del desarrollo del niño, no sólo en las habilidades
instrumentales básicas que son usualmente utilizadas como criterio
para medir el éxito educativo. Las escuelas tendrían que sumar
tiempo y recursos para incluir artes, música y actividad física
como elementos equivalentes de su trabajo con los niños",
sostuvo Sahlberg.
Reimers
dio algunos ejemplos de países que están trabajando en esa
dirección. "Los propósitos del currículo se han ampliado en
la última década en Chile, China, Estados Unidos, India, México y
Singapur. Hay
una verdadera elevación de las aspiraciones sobre el tipo de
competencias que deben desarrollar los jóvenes, para incluir
competencias cognitivas, de carácter, sociales y de liderazgo".
Singapur,
el país que lidera las pruebas PISA de calidad educativa, apostó
por la formación psíquica y humana como un estandarte de su sistema
de enseñanza. El
objetivo es inculcar la importancia de valores como la solidaridad y
la convivencia, al igual que trabajar en la resiliencia, para
aprender a superar las frustraciones y desarrollar una mentalidad
positiva.
El
de Finlandia es otro caso testigo de innovación educativa (Getty)
"Tenemos
que elevar la colaboración, la conversación, el liderazgo y la
empatía a prioridades de la política educativa —dijo Sahlberg—.
Creo que la tecnología ha sido y seguirá siendo el factor decisivo
en nuestra forma de vivir y comprender el mundo. Pero esto no
significa que la tecnología tiene que dirigir lo que pasa en las
escuelas. Es
necesario acentuar los aspectos de la existencia humana que se ven
amenazados por el uso excesivo de las tecnologías digitales".
Otro
caso sobresaliente en este sentido es el de Finlandia,
que durante muchos años también lideró el ranking PISA. Según
Sahlberg, algunas
de las innovaciones que incorporaron décadas atrás a su sistema de
enseñanza son el aprendizaje cooperativo, el liderazgo compartido y
la educación democrática.
Este tipo de prácticas enriquecen a los alumnos como personas, y
hacen más pleno su paso por la escuela.
"Las
lecciones claves de la experiencia finlandesa
—señaló el educador— son: mantener siempre en un primer plano
el trabajo colaborativo y en equipo en lugar de la competencia y de
la carrera a la cima; invertir
fuerte y sistemáticamente en equidad educativa
más que en incrementar la privatización y la posibilidad de elegir
entre distintos colegios; y hacer
de la docencia una verdadera profesión, insistiendo en que todos los
profesores tengan altas credenciales académicas y profesionales,
en vez de crear atajos para que puedan dar clase instructores
amateurs y poco preparados".
Los
docentes requieren una formación creciente para afrontar los
desafíos de educar en el siglo XXI
3.
Hacia la formación continua de los docentes
Indudablemente,
modelos educativos más complejos, flexibles y personalizados
demandan mucho más de los docentes que un esquema burocratizado
en el que hay un programa predeterminado y el profesor se limita a
seguirlo. Por
eso resulta imperioso que quien esté al frente de una clase sea
una persona extremadamente preparada y cuente con una multiplicidad
de recursos.
Reimers
destacó diferentes programas implementados por algunos países, como
el Expeditionary Learning (aprendizaje expedicionario) en Estados
Unidos, el Dream a Dream (sueña un sueño) en India, el
Interdisciplinario de Enseñanza de la Ciencia en Chile, y el de
Formación de Directores en Singapur.
"Todos
tienen en común una concepción muy novedosa de lo que significa
formación docente —dijo—. No
son los tradicionales cursos para formar individuos,
descontextualizados de sus escuelas, sino que consisten en formar
continuamente a todo el personal en el colegio, y en ocasiones en el
distrito escolar.
Incluyen múltiples modalidades de aprendizaje, como la observación,
la experimentación y tomar temporalmente otros roles en la
institución Creo que la razón por la que están siendo
exitosos es porque han redefinido la formación profesional, para
pasar de ser algo individual a transformar la cultura escolar".
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